El libro que presentamos se centra en la figura y obra del humanista italiano Lorenzo Valla (1407-1457), que vivió en un momento histórico en el que el latín había dejado de ser una lengua materna desde hacía ya algún siglo; un tiempo en el que el latín perdía fuerza, influencia y espacios con respecto a las lenguas romances, con las que competía cada vez en más esferas de la vida; y un tiempo en el que el latín, considerado medieval, bárbaro y corrupto, fue sanado, restaurado y, en cierta manera, «resucitado» de la mano de los humanistas.
Para el Humanismo la cuestión del lenguaje fue uno de los grandes focos de atención y debate, junto con el interés por la recuperación del legado grecorromano, la reflexión sobre el hombre, la introducción de la conciencia histórica o de la religión misma. Y es en este debate humanístico sobre el lenguaje y en la relación entre latín y lenguas vulgares y romances, donde adquiere relevancia la cuestión de los nova verba, la cuestión de acuñar nuevos vocablos, en medio de la polémica universal entre innovadores y modernistas frente a conservadores y puristas, entre tradición y originalidad, a lo que hay que sumar otros componentes y elementos del debate como pueden ser el criterio de auctoritas, la elección de los autores y el concepto de imitación, es decir, qué autores y qué lengua han de imitarse y usarse. Debate al que no son ajenas la relación griego-latín y la cuestión de la traducción.
En todo este debate entra de lleno el polémico humanista, Lorenzo Valla, proponiendo una depuración total de la lengua latina de todos los errores, incorrecciones y barbarismos medievales, enarbolando la bandera de la restauración de la lengua latina clásica bajo el estandarte de la elegantia, concepto clave para comprender su universo lingüístico y su idea misma sobre la lengua latina. Polemista nato, crítico feroz, no dudó en revisar, depurar, comentar y corregir cualquier texto o autor latino, ya fuera antiguo, medieval, contemporáneo o de los clásicos más elogiados y con mayor prestigio, como su admirado y reverenciado Quintiliano, el mismísimo Cicerón, Virgilio, la triada canónica de gramáticos (Servio, Donato y Prisciano), los Padres de la Iglesia, los filósofos y jurisconsultos medievales más célebres y acreditados e, incluso, la Biblia misma. Su método filológico basado en la Institutio oratoria de Quintiliano le sirvió de base para polemizar, criticar y enmendar no solo la lengua latina desde un punto de vista gramatical y propiamente lingüístico, a lo que dedicó numerosas obras, sino también para afrontar una revisión crítica de las principales cuestiones de filosofía, de teología, de religión, de historia, de política, de jurisprudencia, etc., de su época.
Este estudio tiene principalmente un carácter sincrónico y se centra en la obra de Lorenzo Valla, pero no en la totalidad de obras escritas por este humanista, sino en los aspectos teóricos de los nova verba, de su formación y tipología, sin descartar un estudio pormenorizado de los términos neológicos en su obra. También se contempla de forma diacrónica la cuestión general de los nova verba en la lengua latina hasta el siglo XVI.